domingo, 12 de abril de 2015

La Hora del cuento. Cuentacuentos “Historia de una liebre de Pascua”







La Pascua, la liebre y los huevos. A modo de introducción.


Al igual que la festividad misma, la liebre de Pascua y sus huevos llegaron hasta nosotros desde las antiguas tradiciones pre-cristianas y fueron absorbidas por la Iglesia Católica Romana. 


La Enciclopedia Católica explica sobre los huevos de Pascua: "La costumbre puede tener su origen en el paganismo, pues un gran número de costumbres paganas que celebraban al regreso de la primavera gravitaban en torno a la Pascua. El huevo es el emblema de la vida que germina a los comienzos de la primavera. . . . El conejo/liebre es un símbolo pagano y siempre ha sido un símbolo de fertilidad”.


Los conejos o liebres, así como los huevos eran símbolos ordinarios de la fertilidad durante las fiestas de la renovación y la regeneración de la primavera, celebradas por las antiguas civilizaciones alrededor del mundo. Algunos de los primeros registros escritos de estos rituales provienen del antiguo Egipto y se basan en tradiciones orales aún más antiguas.


Variaciones de la fertilidad, muerte y renacimiento de la primavera reaparecen en la tradición griega.   Los temas y los símbolos de la fertilidad y la renovación de la vida a menudo incluyen los huevos y a los prolíficos conejos. Las liebres estaban consagradas a Eros (el dios griego del amor) y Afrodita (diosa griega del amor),  se dice de ambos haber nacido de huevos. La Enciclopedia Católica afirma que el término Pascua "se relaciona con Eostre, una diosa teutónica de la naciente luz del día y la primavera.". Las imágenes y los cuentos de Eostre involucran símbolos de huevos y liebres.


En 1682, en Alemania, el médico G.F. von Franckenau escribió lo que se considera el primer relato de los huevos de Pascua coloreados, supuestamente dejados por la liebre de Pascua, describiéndolo como una tradición de origen alsaciano.


La idea de la liebre de Pascua, llegó a Estados Unidos con los inmigrantes europeos a principios de 1800. Esta liebre supuestamente dejaba regalos de huevos coloreados alrededor de las casas de los niños en la víspera de la Pascua.  Así, los panaderos comenzaron a dar forma a los panes en una liebre poniendo entre la masa un huevo de verdad horneándolo con el pan.


La liebre de la antigüedad se convirtió en un conejo en tanto que las celebraciones de la Pascua se extendían por el resto del Occidente, pasando de esa manera a otras culturas. Las tradiciones de todo el mundo incluyen los huevos de Pascua, las cestas con conejillos de Pascua, conejitos y huevos de chocolate. La historia antigua del conejo de Pascua continúa desempeñando un papel central en las celebraciones modernas de la Pascua en todo el mundo.


ALICE ABLER http://www.visionjournal.es




El proceso



A continuación describiré el proceso que he seguido para hacer esta actividad de “La Hora del cuento”.





Elección del cuento



Como estábamos en plena Semana Santa, quería elegir un cuento que tuviera que ver con esta fiesta.  El cuento de “Historia de una liebre de Pascua” es el que contamos a los niños de nuestra clase justo antes de las vacaciones de Pascua y los niños disfrutan muchísimo escuchándolo.  La liebrecita es una figura llena de magia y encanto para los niños, fuente de alegría y sorpresa cuando les deja los huevos de chocolate en sus jardines o casas.



“Historia de una liebre de Pascua” es un cuento de la tradición popular alemana.



Lo contaré para niños de 5 años.



Preparación





Decidí hacer un cuentacuentos porque los cuentos populares han llegado a nosotros a través de la vía oral y siempre han sido contados así, oralmente a la luz de la lumbre.



Además, y como leemos en los apuntes “hay algo mágico en la relación que se entabla entre el narrador y su audiencia: algo cálido y persona que permite la recreación del cuento”.  Creo que los cuentacuentos llegan a los niños de una forma especial y diferente al cuento leído. 



Por último, la capacidad de los cuentacuentos para desarrollar la imaginación de los niños y de evocar imágenes mentales es muy importante en una época en la que esta facultad está tan dañada en nuestros niños.  Hay que cuidar, cultivar y alimentar la imaginación y la fantasía de los niños a través de los cuentacuentos, los juguetes sencillos y ofreciéndoles largas horas para simplemente jugar (muchas veces a las historias que han escuchado en los cuentos).



Después decidí que mi narrador sería el viejo narrador, por el tipo de cuento. La fórmula de comienzo sería “Erase que se era una vez” y la de cierre “Colorín, colorado este cuento se ha acabado” que tanto gustan a los niños de 5 años.  Quería contarlo con una entonación general amable y cálida, cambios de ritmo para acrecentar el interés de los niños (pelea con la liebre marrón, encuentro con el zorro y con al urraca), también alguna pausa misteriosa entre liebre y liebre.  

El volumen de voz sería más bien alto para que puedan escucharme los 23 niños de clase, aunque antes del desenlace final  bajaré el volumen para crear más misterio.  La expresividad y los gestos me salieron de forma bastante natural.  Incluí varias onomatopeyas que tan gustan a los niño de 5.  Y decidí hacer pequeños cambios de voz para la urraca, la ardilla y el zorro, pero cambios de voz muy suaves, casi de matices, poco teatralizados para favorecer, de nuevo, la imaginación de los niños.





 Para preparar el cuentacuentos:


-          I) primero leí el cuento varias veces.

-          ii) hice una pequeña ficha con la estructura argumental del cuento.

-          iii) lo ensayé yo sola cuidando la modulación de la voz, la dicción,  los gestos, las pausas y los cambios de ritmo.

-          iv) se lo conté a mi compañera Carmen.

-          v) por último se lo conté a mis hijas, que tienen un poco más de 5 años, pero me sirvió para ver sus reacciones y hacer algunos pequeños ajustes.



¡Ya estaba lista para hacer la actividad en clase!



Preguntas a los niños





Antes de comenzar el cuento preguntaría a los niños sobre sus vacaciones de Pascua, si había venido a visitarles la liebre de Pascua y les había traído huevos de chocolate y si quieren escuchar la historia de la liebre de Pascua (para comenzar el cuentacuentos).



Al terminar, haría alguna preguntas a los niños (no muchas,  para dejarles a ellos también su espacio de interiorización del cuento) en relación sobre todo a las situaciones por las que pasan las liebrecitas que tan comunes son en la vida de los niños.



-          - Cuál es el huevo que más te gustó? (para romper el hielo).

-          - ¿Alguna vez te ha ocurrido algo parecido a lo que les pasó a las liebres? ¿Y cómo te sentiste? ¿Y qué hiciste? (está pregunta da mucho juego, para debatir y compartir un largo rato).

-         - ¿Por qué crees que la séptima liebrecita logró llevar el juego al jardín de los niños? (para ayudarles a encontrar la solución a las situaciones problemáticas que vivieron las otras liebres, y cerrar así el debate).



El cuentacuentos en clase. Autoevaluación.

Llegó el momento de hacer la actividad en clase de Literatura Infantil.

El grupo que me tocó estaba integrado por Alexandra, que narró con libro “Adivina cuanto te quiero”, para niños de 2/3 años y Carmen que leyó, para niños de 5, “La princesa del guisante” de Hans C. Andersen.  Tengo que decir que ambas lo hicieron muy bien y me gustó mucho escucharles.  Los cuentos los conocía muy bien, pero disfruté, me emocioné, sentí intriga si los hubiera escuchado por primera vez. 



En cuanto a  mi cuentacuentos, me sentí muy cómoda haciéndolo y me divertí mucho.  Se disfruta mucho contando oralmente  un cuento y me dio mucha sensación de libertad no tener que ir siguiendo el texto escrito.  También tomé conciencia de la importancia que la tiene la preparación en el cuentacuentos, ya que no me hubiera salido así si no lo hubiera preparado con tiempo y dedicación en casa.

Mis compañeras me dijeron que les había gustado mucho, que tanto la entonación, el ritmo y mi expresividad contribuían a crear la magia que tiene el cuento para los niños.  Que había mantenido un ritmo adecuado (cosa que me alegró escuchar porque mi tendencia es, a veces, a hablar rápido) con las pausas y cambios de ritmo acertados.



Para terminar dejo el texto del cuento por si alguien quisiera leerlo.

Historia de una liebre de Pascua


  
Había una vez una familia de liebres de Pascua, el padre, la madre y los siete hijos. El padre y la madre liebre no sabían quién de sus hijos iba a ser ese año la liebre de Pascua. Entonces la madre liebre de Pascua cogió una cesta con siete huevos, y elpadre liebre de Pascua llamó a sus siete hijos y dijo al mayor:



—Coge un huevo de la cesta y llévalo al jardín de la casa donde viven muchos niños.

El mayor cogió el huevo dorado y se fue con él a través del bosque, cruzó el riachuelo, atravesó la pradera y llegó al jardín de la casa de los niños. Entonces quiso saltar por encima de la verja, dio un salto demasiado grande y el huevo se cayó y se rompió. Ésta no era la verdadera liebre de Pascua.

Le llegó el turno al segundo. Éste cogió el huevo plateado, corrió con él a través del bosque, cruzó el riachuelo y llegó a la pradera. Entonces le llamó la urraca:

—Dame tu huevo, dame tu huevo y te regalaré una moneda.

Y sin que la liebre se diera cuenta, ya se había llevado la urraca el huevo a su nido. Ésta tampoco era la verdadera liebre de Pascua.

Le tocó el turno al tercero. Éste escogió el huevo de chocolate, corrió con él a través del bosque, cruzó el riachuelo, llegó a la pradera y justo entonces, llegó saltando de un pino alto una ardilla, puso grandes ojos y preguntó:

— ¿Está rico?
— No lo sé, lo quiero llevar a los niños.
‐‐ ¿Me dejas probar un poco?

La ardilla chupó un poco y, como le gustó tanto, siguió lamiendo, y la liebre lamió con ella hasta que todo el huevo había desaparecido. Cuando la tercera liebre llegó a casa, la madre liebre de Pascua le tiró de los pelos de su morrito que aún estaban llenos de chocolate y dijo:

—Tú tampoco eres la verdadera liebre de Pascua.

Ahora le llegó el turno al cuarto. El cuarto cogió el huevo con muchas manchitas. Con este huevo corrió a través del bosque. Cuando estaba cruzando el riachuelo se paró en medio y se vio en el riachuelo como en un espejo. Cuando se estaba mirando, ¡plaf!, se cayó el huevo al agua. Ésta tampoco era la liebre de Pascua.


Le llegó el turno al quinto. El quinto cogió el huevo amarillo. Con él corrió a través del bosque y antes de llegar al riachuelo se encontró con el zorro.


— Oye, vente conmigo a mi madriguera y enseña a mis hijos el huevo bonito.

Los zorritos empezaron a jugar con el huevo, se cayó encima de una piedra y se rompió. Rápidamente corrió la liebre a casa con las orejas gachas. Ella tampoco era la verdadera liebre de Pascua.

Le llegó el turno al sexto. El sexto escogió el huevo rojo y con él corrió a través del bosque. Entonces se encontró en el camino con otra liebre. Puso su huevo en el camino y empezó a pelearse con la otra. Por fin, la otra liebre huyó y cuando la sexta liebre buscó su huevo, lo encontró hecho migas. Esta tampoco era la verdadera liebre de Pascua.

Le tocó ya el turno a la séptima, la liebre más joven y pequeña. Ella cogió el huevo azul. Con el huevo azul atravesó el bosque. En el camino se encontró con otra liebre. La dejó pasar y siguió adelante. Entonces vino el zorro. La liebre dio un rodeo y llegó al riachuelo. Con unos saltos ligeros cruzó por encima del tronco. Vino la ardilla pero la liebrecita siguió adelante y llegó a la pradera. Cuando la urraca gritó, simplemente le contestó:

— ¡Tengo que seguir!, ¡tengo que seguir!

Por fin, llegó al jardín de la casa. La puerta estaba cerrada. Ella dio un salto, ni demasiado grande, ni demasiado pequeño, y puso el huevo en el nido que le habían construido los niños. 

Ésta si era la verdadera liebre de Pascua.